Solo en la noche brillan las estrellas – Homo novus

Todos sabemos que 2020 ha sido un año muy complicado. Afortunadamente, dentro de este caos, siempre hay algo de positividad. Como decía Coco Chanel, “si estás triste, ponte el pintalabios y ataca”. Animo, como también hizo ella, a ver algo de luz dentro de esta dura (y esperemos que breve) etapa.

Es por eso, que quizá, es momento de buscar inspiración en el pasado y rescatar de las fauces del tiempo a un genio de la fotografía. Un frío 26 de enero de 1897 nació Erwin Blumenfeld. Este artista alemán, se desarrolló en el surrealismo y el dadaísmo, combinando diferentes estilos con la fotografía de moda. Quedó impregnado en la cultura, tras superar los duros años en el comienzo de su recorrido profesional.

Erwin, comenzó su carrera con la creación de collages en Europa. Un continente en pleno periodo de guerras y de una gran oscuridad que tardaría años en desvanecerse. Comenzó desarrollando su creatividad con collages muy controversiales, los cuales, años más tarde le provocaron varios problemas con el régimen alemán.

Se hizo con su primera cámara a los diez años. Con ella realizó sus primeros retratos ante el espejo del baño, empleando por primera vez claroscuros y espejos, los elementos que configurarían su estilo. Sin recibir conocimientos académicos, se desarrolló de manera autodidacta. Después de conducir ambulancias durante la Primera Guerra Mundial, comenzó su trayectoria artística tras adquirir una lencería.

Su particular personalidad determinada por la lucha constante de crear, le llevó a fundar y presidir la primera escuela surrealista Holland´s Dada Movement, formada por menos de cinco personas. Tras un amplio número de collages definió su estilo como una fuente inacabable de creatividad.

Estaba marcado por constantes referencias de la guerra, el sexo, la muerte, Charles Chaplin o a la ambigüedad frente a la dualidad entre a ambos sexos. Sus trabajos fueron muy controvertidos. Durante este periodo, realizaba fuertes críticas a Hitler y al régimen fascista, pero su carrera de fotógrafo no terminaba de despegar.

Al desplazarse a Holanda para vender lencería, abandonó definitivamente el collage como medio de expresión para centrarse en la fotografía. Erwin realizaba sus fotografías a las mujeres de sus principales clientes en una antigua sala de revelado abandonada. En 1939, con el comienzo de la Segunda Guerra Mundial ingresó en un centro de refugiados donde pasaría dos largos años. De nuevo, la suerte le cedió otra oportunidad, al conseguir un billete para escapar a Estados Unidos junto con su familia.

Erwin creaba mundos en la oscuridad de una habitación vacía. Una mente que desbordaba creatividad se canalizó con toques de surrealismo, para crear obras muy adelantadas a su época, en las que la sutileza y el manejo de diferentes técnicas creaban algo imposible de imitar. Se perfeccionó en el retoque manual, consiguiendo fotografías únicas, con un estilo que no tenía referentes. Erwin se convirtió en un poeta, en un pervertido de la luz. La empleó de todas las maneras.

Aprendió a pintar con ella. A llevar a los espectadores lejos. Lejos, donde los problemas se diluyen. Puso luz en momentos oscuros. Por eso mismo hay que recordar que los momentos más difíciles son los más creativos. Su obra completa está disponible en la web oficial.

Solo en la noche brillan las estrellas – Homo novus

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