La actualidad del retrato romano – Homo novus
Cuando uno piensa en política y sus campañas, o en cómo se representan a los líderes de cualquier nación, no suele pensar ni en Platón ni en el emperador Augusto (s. I d.C). En este caso, sé que suenan a figuras muy distantes en el tiempo pero, con Platón hoy no me refiero al filósofo sino al fotógrafo: Platon Antoniou, nacido en 1968, y que también griego. Para entrever la relación basta hablar de una cosa: poder. Entendido como expresión del dominio y la reivindicación de esa fuerza, el retrato imperial, de lo que vengo a hablar un hoy, refleja efectivamente la interdependencia política y cultural que necesita un gobierno para tener éxito en la expresión de su control desde un núcleo (centro del imperio, en el caso romano) hacia sus apéndices.
Desde la época tardo helenística triunfa el dominio de poner imponentes estatuas, santuarios de generales y gobernadores en espacio públicos, como celebración a estas personalidades. Hoy en día basta con monumentalizarlos en las campañas fotográficas, como ocurrió con un retrato de Gabilondo en Callao, Madrid (2021), por las elecciones de la comunidad. Manifestando así, en las obras públicas, una intencionalidad clara y directa de expresión universal: reconocimiento y legitimidad.
La época imperial, desde sus inicios y, con las nuevas dinámicas de poder que se estaban llevando a cabo, necesitaban que el mensaje gubernamental se extendiera uniformemente a lo largo y ancho del extenso territorio dominado, como cuando Bad Gyal saca nuevo álbum y todo el mundo comparte únicamente esa publicación a sus Stories de Instagram. Además, con el nuevo régimen y con un Prínceps como Augusto, era más evidente que la cercanía a la cabeza del poder y a sus líneas dinásticas eran mucho más fructíferas que antes. Y es así como comienzan a acumularse los monumentos honorarios y los testimonios de fidelidad con el “Príncipe”.
La proximidad con la casa imperial se torna como factor de prestigio público y objeto de rivalidad, no sólo entre las élites ciudadanas sino también entre las propias ciudades. Pero, la forma de las donaciones al Estado, son representaciones que fueron reguladas y aprobadas por él mismo, porque así es como en una primera instancia se aseguran las características a las que se quieren dar voz y a la proyección de la imagen que se comprende por parte de los ciudadanos. Por ello nacen los “modelos iconográficos”, un número limitado de prototipos que aseguran esta intención de mejorar la estabilidad del poder, ya que no hay discrepancias en cómo se configuran las representaciones del preciso estilo del gobierno y sus características.
Además, el hecho de que haya “cabezas para encajar” predeterminadas, en época alto imperial, mejora la fabricación a mayor escala y facilita que desde el molde de yeso que es el testimonio de la “escultura ideal” se configure mejor, con los materiales, el cuerpo que se pueda hacer con los medios que tengan los donantes, agilizando los mecanismos de esta propaganda política. Se guía la colocación de las estatuas-retrato y pueden ser aprobados o no los proyectos de honor. La “tabula Siarensis” toma testigo de estos senadoconsultos, donde se conoce qué honores habían recibido la aprobación del emperador. Pero, aún con esta concepción programática y estandarizada del retrato imperial, podemos encontrar diferencias en las recepciones de los tipos preparados en Roma. Esto se encuentra en un claro ejemplo: Los retratos de Augusto.
En Lusitania, Bética o las baleares, los modelos se apoyan estrechamente en el tipo de autorrepresentación previsto por el Príncipe, pero es aquí donde es evidente que las copias son menos precisas, representando las características principales y exagerándolas a expensas de la imagen de conjunto. Otro ejemplo son los retratos póstumos de Augusto, que distan del proyecto original haciéndolas más “individuales” y, junto con los modelos ideales, abandonan también algunos elementos constitutivos esenciales en la concepción augustal. Fruto de que tras morir el emperador, son más formas presentes del recuerdo que se tiene de su periodo imperial.
Con todo ello, es también relevante las alteraciones que el Centro proponía a las Provincias, ya que estas podían diversificar el modo de moldear el original en función de las tradiciones artísticas regionales, los materiales disponibles o las particularidades artesanales de los escultores locales, de ahí la relevancia a regular fuertemente estas obras. Se trataba de hacer conscientemente un énfasis determinado en el mensaje del retrato imperial para hacerlo mucho más comprensible para el público, siguiendo la estela de las costumbres regionales. Por todo esto, estas copias divergentes manifiestan además del poder central y de los modelos predeterminados, la fuerte necesidad de resaltar ciertas cualidades y papeles del príncipe, en un consenso entre la autorrepresentación de Augusto y las circunstancias externas, de las provincias. ¿Acaso toda esta forma de presentar el poder ha cambiado mucho a día de hoy?
Platón nos hace mirar el poder al que estamos acostumbrados, a su cotidiano intento hierático de dar una imagen absoluta, total y única para el gobierno. Pero, lo reenfoca, te acerca cada mirada y lo que parece que has estado viendo toda la vida te abruma en cada detalle de cada rostro. La fotografía logra que se individualicen las características personales de cada modelo y los mires de otro modo, acercandolos al calor de la inocencia del día a día, manteniendo el innato vigor de estas figuras tan lejanas, bajo la intimidad del retrato.
Cada vez que mires un retrato romano, recuerda que en nuestro día a día son Mark Zuckerberg, Adele o Barack Obama. La distancia histórica no implica que las formas en las que nos expresamos sean diferentes. Solo la circunstancia y los medios difieren. Y hoy en día, hasta en un perfil de Instagram puedes entrever las dinámicas del retrato alto imperial. Fijaros la próxima vez que alguno de vuestros artistas favoritos suba una foto, en cómo se expresan en la imagen y qué os tratan de decir, porque muchas veces lo único que varía es el estilo pictórico.
Bibliografía
– Boschung, D. (1997). “El ejemplo del Retrato Imperial” en: Hispania romana, desde tierra de conquista a provincia del imperio (coord. Arce Martinez, J.; Ensoli, S.; La Rocca, E.). Electa. Págs. 239-244.
– Bravo, G. (2019). Platon. Fotogasteiz: Profesor de Fotografía. Recuperado de este enlace
Imagen de portada; Antoniou, P. (2007). Vladimir Putin. Para la Revista Time.

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