Kapuscinski y la otredad – Homo novus

El mundo está dividido, principalmente entre el nosotros y el ellos. Pero el ellos es algo heterogéneo, diverso. Lo que es toca a lo que es, en palabras de Parménides, pero lo que separa una civilización de otra, una cultura de otra, es más que una línea fronteriza. Es una forma radicalmente distinta de ver el mundo y de entender al hombre, por lo que no es de extrañar que a veces haya choques.

Kapuscinski lo describe muy bien. Él era corresponsal, la que es considerada la forma más elevada (no juzgamos si justa o injustamente) de periodismo. Su profesión privilegiada, la de narrador de la historia presente, le llevó a conocer prácticamente todo el mundo, y por eso entendió perfectamente lo que significa Otredad: el que no es como yo, el que me es ajeno. El término llega incluso a cosificar a aquellos a quienes designamos, pero parece irremediable caer en algo así. Parece que solo unos pocos sienten un deseo irrefrenable de adentrarse en eso tan desconocido para intentar comprenderlo. Y Kapuscinski llama a los de esa especie reporteros.

El historiador, en palabras de José Luis Comellas, hace una radiografía del pasado a través de “materiales que están ahí” (Comellas, 2005). Pero hacer historia de la actualidad es más complicado, pues es algo sobre lo que no tenemos distancia: está “aquí”. Ese es el hándicap del periodista que está obligado a hacer historia del tiempo presente. ¿Cómo alcanzar la distancia adecuada? ¿Cómo evitar la distorsión que provoca estar conviviendo con los hechos? La respuesta puede estar en aproximarse lo más posible a ese Otro, en fundirse con él.

En Viajes con Heródoto nos relata el choque cultural que sufrió al salir de la Polonia comunista de los años sesenta, profundamente cerrada en sí misma, para hacer su primera labor de corresponsal. Aquel viaje a la India fue como un despertar para él: estaba inmerso en la Otredad, empapándose de lo que hay más allá de la patria chica. Desde entonces no dejó de recorrer el globo, acompañado siempre por un ejemplar de la Historia de Heródoto, que imaginamos ajada por el paso del tiempo y las veces que sus manos acariciaron las páginas.

Así, de la mano del griego que también recorrió el mundo, nos traslada las revelaciones a las que llegó durante los primeros años de su profesión: la insalvable frontera del idioma para comprender una cultura, ya que una lengua es un reflejo de una forma de pensar y entender el mundo; que la libertad abre el camino a la gloria de la civilización, pues solo entonces el individuo tiene dignidad; que la brutalidad y la violencia son un recurso para la narración, pero llevan en el ADN humano desde la Antigüedad y no dejan de ser tan reales como nosotros mismos. Es toda una lección de antropología, sobre lo que une el pasado con el presente y una civilización con otra.

Lo que hacen en realidad tanto el historiador como el reportero es documentar la realidad: dar fe de que los hechos han ocurrido, y que han ocurrido así.No es únicamente la curiosidad por descubrir el mundo; va más allá. Es importante comunicar, dar a conocer. En el fondo el trabajo de ambos es el de relatar, porque no puede ser privilegio de unos pocos el ser consciente de qué hay más allá de mi mundo conocido. Ese Otro del que no hemos dejado de hablar es un espejo en el que mirarnos y reconocernos a nosotros mismos, o incluso comprendernos mejor.

Ahora bien, la profesión de esos pocos es ardua. Kapuscinski y Heródoto pasaron la vida viajando, dando tumbos de un lado a otro buscando respuestas a preguntas similares, trasladándose a menudo, condenado a una vida solitaria. Sin echar raíces en ninguna parte, porque deja parte de su ser en todos los sitios a los que va, necesita vivir en tránsito. ¿Cómo resiste sin llamar patria a ninguna parte?

Artículo publicado también en el blog de la autora Desde el Scriptorium

Bibliografía:

Kapuscinsky, Riszard, Viajes con Heródoto, editorial Anagrama, Barcelona 2006.

Comellas, José Luis, Historia Breve del mundo reciente, editorial Rialp, Madrid 2005.

Fotografía de portada: Ilustración 1. Kapuscinski en su biblioteca. Fuente de la foto: Gazeta Wyborcza

Kapuscinski y la otredad – Homo novus

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