Supongo que quererte era tan fácil
que hicimos de la intimidad costumbre
y tal vez del amor
Y ahora nos atraemos como la Tierra atrae nuestros cuerpos:
Irremediablemente y sin deseo.
Pura cuestión de gravedad marital.
Accedemos a la penumbra sin fe pero con esperanza
quizá esta vez quizá este instante
Hasta las poetas creen en el amor y la palabra en ocasiones.
Sin embargo tu lengua es estéril frente a mis heridas abiertas
Sin embargo tu aliento no calienta mi mano helada cuando la coges entre las tuyas y soplas
Tu esternón ya no es refugio
y la carne fracasa.
Mi piel nace vallas de alambre de espino
hacia fuera y hacia dentro
se escucha el silencio ridículo de los cuerpos que yacen juntos intactos
Si apoyo mi mejilla violácea en tu regazo
Si tus manos acarician mis rizos desde su nacimiento hasta el final
Si tus labios se posan en mis párpados con tacto de despedida,
quedaremos como la Piedad:
todo mármol.